Escribiendo este top a mediados de Enero no creo que genere mucho interés (Mr. Actualidad me llamaban). El caso es que me apetecía hacerlo para reivindicar, de alguna manera, otro tipo de terror más allá de las pelis de sustos.
Me gustan las películas de terror plasta, lo reconozco, pero creo que en esta lista hay variedad, aunque predominen las obras más pausadas, ambientales y con gran peso de la estética, la fotografía y los diálogos. Hay zombies, gore, brujas, locura, drogas y muchas frases e imágenes para el recuerdo.
No creo que descubra gran cosa a nadie, bastantes de las que mencionaré no son en absoluto desconocidas; pero me parece importante recordar que hay cine de terror más allá de los subidones de audio y de las trece o catorce películas que aparecen cada año para hacerse llamar “la película de terror del año”.
Y, ya de paso, como soy un poco picao, aprovecho para recordar que la década terminó en 2020 y no en 2019. Así que solo tendré en cuenta películas aparecidas entre 2011 y 2020.
nº 10 – Saint Maude (2019, Rose Glass)
Esta directora británica debuta mostrando buenas maneras, generando intriga y creando un ambiente perturbador al ponernos en la piel de una enfermera que cambia su vida al conocer a Dios.
Nos hace dudar en todo momento sobre lo que está ocurriendo, aunque creamos estar seguros de lo que en realidad sucede.
Los elementos que configuran la simbología de la peli entran muy bien por los ojos, pero terminé echando de menos un mayor y mejor uso de estos; digamos que me gustó lo que me ofrecían pero me supo a poco. Hay ciertos efectos especiales en el último tramo que, aunque entiendo su sentido, terminan por recordar al final de La Celda y le restan medio puntillo.
Buena película que termina quedándose corta. Seguiré el trabajo futuro de esta directora.
nº 9 – Mandy (2018, Panos Cosmatos)
¡Vaya puta locura de psicodelia, violencia y drogas! La primera mitad es una de esas películas que he mencionado al principio, lenta, con diálogos buenísimos y donde la imagen es casi un personaje más. La segunda parte es un colocón de diversas drogas que da lugar a una espiral de violencia salvaje. Del reparto de esta peli creo que solo conocía a Nicolas Cage y me parece que lo han hecho de maravilla, al menos encajaban a la perfección en sus lisérgicos papeles.
La película tiene una última escena muy buena y, como punto negativo, diré que no tienen mucho sentido que no maten al personaje de Nicolas Cage al final de la primera mitad.
nº 8 – Antrum (2019, David Amito y Michael Laicini)
No hago ningún spoiler diciendo que esta obra se vendió como una película antigua que se había recuperado tras un incendio y que, cada vez que se proyectaba, pasaba alguna desgracia y la gente moría a porrillo. Antes y después de la peli en sí, hay una parte de falso documental que sirve para dar crédito a esta historia. Me parece una muy buena campaña de marketing que, de forma relativa, les funcionó; pero la verdad es que esa parte de falso documental es lo más cutre y feo de la película. Una vez hecho el marketing, yo lo eliminaría.
Hablando ya de la peli propiamente dicha, he de decir que es una pasada. Jugando con el rollito de que es antigua, consiguen muy bien la estética y, si la parte documental fuera mejor, quizás hubiera dado el pego. Tiene algún que otro efecto cutre que termina siendo precioso y no desentona para nada.
La historia es bastante original y te engaña hasta bien entrada la película, dejándote, incluso, con la duda una vez terminada. No será compartido con mucha gente pero, esta peli tiene uno de los momentos que más miedo me ha dado en el cine de los últimos años, sin necesidad de ningún sobresalto con el audio.
nº 7 – The Void (2016, Jeremy Gillespie, Steven Kostanski)
Adjudicarse el calificativo “lovecraftiano” es muy fácil y está de moda, conseguir captar algo de la esencia del maestro ya no tanto.
The Void es, quizás, la película que mejor homenaje ha rendido a Lovecraft durante esta década y sin necesidad de prostituir su nombre (ejem, ejem, Ghostland, ejem, ejem). Una verdadera historia de horror cósmico que podría haber protagonizado cualquier adorador de Yog-Sothoth o de Nyarlathotep en busca de aquello incomprensible para la mente humana. La influencia lovecraftiana también se deja ver en sus criaturas, materializadas a base de maquetas reales, de esas que tanto se echan de menos en el cine, y sin apenas uso del cgi. Todo esto hace de The Void un gran exponente, no solo del horror cósmico en el cine, sino del bodyhorror.
nº 6 – The Eyes of my Mother (2016, Nicolas Pesce)
Lo que ocurre en esta peli fue para mí un sorpresón. Es una brutalidad cocinada a fuego lento que emplea lo que yo llamo “gore psicológico”; es decir, no hay apenas escenas explícitas pero consiguen hacértelo imaginar, llegando a dolerte incluso más. Uno de los responsables de esto es su montaje, una delicia, que tiene tres o cuatro cortes para fliparlo.
nº 5 – Possum (2018, Matthew Holness)
Come see daddy and mummy? Dirty boy! Playing with the deads! Poor boy, poor orphan boy... silly boy!
Estoy enamorado de esta película. No sé cuántas veces habré visto su final o cuántos fotogramas me habré guardado. Adentrarse en el tortuoso mundo de Philip es una experiencia inolvidable. La marioneta, la canción, la casa, las soberbias interpretaciones (los gestos de Philip ¡madre mía!)... todo te atrapa y te hace querer saber más; conforme avanzamos vamos hallando respuestas satisfactorias hasta llegar a ese final para el recuerdo. Si bien el desenlace es un poco abierto y deja mucho espacio a la interpretación personal, no llega a romper nunca con esa sensación de satisfacción que he mencionado y no se le puede poner ningún pero.
La parte visual es una de las grandes bazas de esta obra. Con el tratamiento del color y las luces consigue con excelencia parecer una película de hace veinte o treinta años, no solo por un capricho estético, sino para ayudar a conseguir, con esos tonos apagados, una sensación de suciedad y de inmundicia. De verdad que se puede sentir la humedad de la casa viendo la película desde la silla de tu ordenador.
nº 4 – Train to Busan (2016, Yeon Sang-ho)
La mejor película de zombies que he visto. Así te lo digo. Una historia muy linda, con emoción, buenas escenas de acción y su parte de crítica social. Preciosa.
nº 3 – Hereditary (2018, Ari Aster)
Una película muy bien hilada desde el inicio, con giros de guión como puñetazos en la cara (casi es un spoiler). Ari Aster se proclamó en su debut como el rey de los detalles y sutilezas, obligándonos a ver la peli una segunda vez, dándole al pause sin parar y dejándonos ojipláticos al descubrir sus secretos. Junto con las dos que encabezan la lista, forma mi trinidad de dar la brasa con el cine de terror.
La peli no entra ni de lejos en la categoría gore, pero ya vamos viendo como a Ari Aster le gusta meter burrerías explícitas en sus películas y lo hace de maravilla. Hay tres o cuatro que se te quedarán clavadas en la retina.
A destacar también la gran actuación de Toni Collete.
¡Salve, Paimon!
nº 2 – The VVitch (2015, Robert Eggers)
La película que cambió mi idea sobre el cine de terror y por la que estoy escribiendo esto.
Muchas de sus escenas son ya mitiquísimas pero, si hay que elegir, la escena del libro es una joya del cine. Y es que, ¿a quién no le va a gustar sentir el sabor de la mantequilla? ¿A quién no le ve a gustar vivir deliciósamente? ¿A quién?
Ver esta película doblada es un crimen. No por pedantería, sino porque el lenguaje es una elemento de mucha importancia que nos ayuda a meternos de lleno en la época y a vivir con inmersión este cuento del folclore de Nueva Inglaterra, como reza su subtítulo.
Si hay algo que no corona a The VVitch como la campeona es lo irregular del ritmo en su tramo final. Si bien todo lo que sucede es interesante y, de manera individual, se trata de grandes escenas, durante unos minutos entramos en una sucesión de “personajes que se despiertan, realizan una acción y vuelven a dormir”. Queda raro y da la sensación de que se podrían haber distribuido mejor las acciones. Pero, vamos, que se trata de una minucia para justificar que no corone la lista.
Menciones especiales:
-The Lodge (2019): película que te deja pensativo y en tensión durante un buen tramo. Con un poquito más de profundidad en el cotarro que nos plantean, quizás estaría en la lista.
-The Dark and the Wicked (2020): esta peli da miedo de verdad durante más de la mitad de su metraje, después te das cuenta de que no hay explicación para nada y todo pasa un poco al azar. Termina de perder todo el fuelle con un anticlimático final.
-Midsommar (2019): la segunda de Ari Aster sigue siendo buena, pero baja el listón y me mata la pasividad de sus personajes. A pesar de contar con una ambientación y acción muy diferentes a Hereditary, te das cuenta de que repite una estructura parecida. Como homenaje a The Wicker Man (1973) funciona.
-The Cabin in the Woods (2012): la parodia que el terror necesitaba en aquel momento. Cuando me puse a verla no me esperaba eso para nada.
-Evil Dead (2013): el remake en tono serio de la primera de Evil Dead (no olvidemos que Evil Dead 2 es un remake de la primera en tono de comedia) creo que no tuvo el reconocimiento que se merecía por lo buenísima que es la original y porque salió en una época plagada de remakes malos e innecesarios.
-Maniac (2012): película dura y desagradable que nos pone en la piel del malo con una ingeniosa realización bastante bien resuelta. Se mueve entre la delgada frontera del thriller y el terror. Es remake de una película del 80 que no he visto y no puedo comparar, aunque sí puede decir que tiene un estilo totalmente nuevo.
nº 1 – The Lighthouse (2019, Robert Eggers)
Toda esta lista ha sido una excusa para deciros que Robert Eggers es el mejor y que me voy a casar con él.
Si con la Bruja debutó como una apisonadora y mostró un buen hacer al alcance de muy pocos, con el Faro pule todo lo mostrado anteriormente y nos deja una puñetera obra de arte.
Cada plano y cada diálogo son perfectos. La elección de los 4:3 no es algo meramente estético, sino que ayuda a trasmitir esa sensación de opresión en la que se ven envueltos los protagonistas. La degeneración de la mente humana se verá reflejada en la relación de los dos protagonistas que, a parte de estar muy bien escrita, se hace totalmente creíble por las soberbias actuaciones de Willem Dafoe y Robert Pattinson. Si bien es cierto que la actuación de Dafoe no puede ser mejor y mereció el Óscar, la actuación de Pattinson no se queda atrás y se reivindica a sí mismo, quitándose el sambenito de vampiro de Crepúsculo.
Es difícil pillar el final a la primera y entender todo lo que verdaderamente ha ocurrido. Aún hoy día me debato entre tres posibles teorías pero, estas se complementan entre ellas y son compatibles, lo que me hace pensar que está todo aún más medido de lo que parece.
Sin nada más que decir, no metéis nunca a un ave marina.
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